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domingo, 14 de diciembre de 2008

Yoani Sánchez, una "Cuba Libre"

Cuando en nombre de la libertad de prensa no hay un salud.



Es sabido por todas mis amistades que, mi preferencia política es abierta, emancipada y eso por la conciencia social libre que tengo –¡ojo! Libre, más no liberal– nunca me ha agradado la opresión, la censura ni la prisión que son víctima quienes dicen la verdad, esa verdad, la que menciona la Biblia cuando dice que nos hace libres.
Es una relación sencilla, verdad = libertad, aunque en algunos casos se torne amenazadora para intereses, por ejemplo, o conciencias que quieren ocultar algo. Vamos Florian, Jonel, Juancito y Miguel, no se rían, mi pensamiento a evolucionado –sé que mis amigos dicen lo contrario de mi–
Saldré de mi habitual forma de haber estado manejando mi blog para dar un salto a la “seriedad”.
Leyendo la versión on line de El Comercio encontré un insulto más a la libertad, no sólo de prensa, sino a la del ser humano.
En Cuba –que no es Libre– esa Cuba oscura y oculta para muchos de nosotros, Cuba de Fidel, o simplemente la Isla, se encuentra Yoani Sánchez, cubana, de 33 años, nacida en La Habana, ella es Blogger. No tendría nada extraño, sino fuera por la actitud en contra, hostil y perseguidora que ha tomado contra ella el gobierno de la isla.
En su blog "Generación Y" ella habla de Cuba, el Cuba que no conocemos, ella habla de la realidad que pasan. Conocedora de cerca del poco interés que tiene su gobierno por abrirse al conocimiento, ha iniciado una cruzada de apoyo a los Bloggers cubanos.
Galardonada con dos premios internacionales; entre ellos el Ortega y Gasset de Periodismo Digital, que otorga el prestigioso diario español El País, así mismo, el reconocimiento como el mejor Weblog por la alemana The Bobs, los cuales no pudo recoger por el impedimento de salida del país que le impuso el gobierno cubano.
Este ataque a la libertad de expresión se suma a los miles que tiene en su haber el gobierno de los Castro desde 1959. Depende de las nuevas generaciones y más aún de nosotros que sabemos utilizar esta tecnología de la información para defender desde nuestras “trincheras computacionales” los intereses bien paridos de información de las personas.
El ser humano nació libre y libre debe seguir, sin opresión ni represión, nosotros los que hemos sido formados para hacer saber y decir la verdad, debemos entregarnos y unirnos en esta cruzada en favor de los cubanos que desde su corazón claman libertad.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Es cuestión de fe

Según la Biblia (Heb. 11.11), la fe es; “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Según mi relación con la fe, mi creencia es esa, tengo fe.
Hace una semana, ya cuando tenía en mente hacer esta historia para mi juguete nuevo –el blog– tuve en mis recuerdos la visita que hice a la ciudad de Huamachuco. En la esquina de nuestra Basílica Menor, osea, la Catedral (si es que no lo sabían, acá en Trujillo tenemos una Basílica) el sonido de unas tarolas con un bombo, que sonaba a techno –los de mi generación saben de que les hablo– me hizo caminar con rapidez. La comparsa de los negritos esclavos y gitanos, devotos de la imagen de la Virgen de la Puerta encabezaban su procesión.
Si bien es cierto, mi relato no tiene nada que ver con gitanos, gitanas o esclavos –sean blancos o negros– llamó mucho mi atención una frase de la canción de estos, “…nuestra fe nos trae hasta acá”
Octubre, la fe de millones de peruanos y miles de trujillanos crece, con una levadura muy espiritual, su esperanza. La fe para muchos de éstos se torna color morado.
Mes morado, milagro de octubre –aunque un escritor dijo alguna vez que en octubre no habían milagros– turrón, hábitos, pies descalzos, plegarias, más turrón… en fin. Podría decir, entonces, que hay varios tipos de fe, tipos o acaso, manifestaciones de gente con fe.

Turrón con Fe
“Lisbeth” es la marca del producto que lleva una fiel vendedora de este postre con fe, el turrón. Homenaje comestible que estómagos hambrientos de fe consumen año a año. Ese podría ser un milagro de octubre, por ejemplo –ese es mi caso, para mí el turrón es un milagro que se come una vez al año– que espero con mucha fe.
La fe de Esther se resume en lo siguiente; vender los turrones que oferta a pesar de los municipales, que no la dejan trabajar. Ella aduce que las ventas estuvieron bajas este año por que, según ella “la fe de don alcalde no es tan fuerte” ¿extraño no? No es casualidad que los trabajadores de la municipalidad hayan ofrecido dos homenajes, en menos de tres cuadras, extraña forma de fe.
Dice ser de las primeras que ofrecen esta agradable mixtura de sabores –repito, agradables si son bien combinadas – desde la quincena de septiembre.
“Pruebe joven, está fresquito, sin compromiso” dice al acercarme, y era cierto, dulce y suaveciiiiito –como los turrones San José, recuerdas el comercial con Don Ramon? – Quien es Lisbeth seño, le pregunto, y así empieza su historia.
Hace 9 años que Esther vende turrón en la procesión de la imagen del Señor de los Milagros, es dueña de uno de los 6 triciclos que aquella mañana acompañaban la imagen en su último recorrido.
Su fe la llevo a consagrar a su hija recién nacida. Con un mes de vida, acompaño por primera vez el recorrido de fe, su primer contacto con la fe. Lisbeth, ahora con 8 años, dueña de su fe y de una marca, sabe que la fe de su mamá es más grande que cualquier “don alcalde” –y no hago referencia a su talla, por siaca– y sus “ordenanzas desordenadas”, ella sabe que, como todos los años, finalizando el 31 de octubre no habrá más turrón que vender.
No sé la historia de los 5 vendedores restantes, pero supongo que su fe también ha de actuar de manera similar. De algo si estoy seguro, que todos están a la espera de llevarse la fe monetaria de los feligreses, creyentes, y no tan creyentes, hambrientos y cansados de la caminata, aunque con fe, también cansa.

Bodegas, restaurantes, ambulantes con Fe
En lo que voy de recorrido, tres cuadras, desde los Bomberos hasta la primera cuadra de la Av. Mansiche, un detalle salta a la vista, las tiendas, bodeguitas, restaurantes y ambulantes –creo que son mercantilistas en su naturaleza o ¿me equivoco?– visten algún motivo que identifique su fe, la tan mencionada fe en esta nota, quizá para reconfortar su alma amenazada por una SUNAT(*) sin fe.
Los dueños de varios de estos establecimientos tras rendir homenaje a la imagen muestran satisfacción “ahora nos irá mejor” comenta alegre la dueña de una tiendita. ¿Contenta señora?, le pregunto, sonriente me responde que si. Era la primera vez que su joven tiendita era protagonista de tal acontecimiento. “Tengo fe en que ahora mis ventas irán mejor” el Señor me ha visitado dice. De verdad nunca vi un rostro tan lleno de emoción.
En plena Av. Mansiche, un restaurant –cheery gratis, El Sombrero– también se apuntaba a los homenajes. Hay que cargar las baterías con fe, le digo a uno de sus trabajadores, de hecho, me responde, para que nos vaya mejor.

Hasta la noche
1.10 de la tarde, la batería de mi cámara me pasa una mala jugada, se terminó, se acabó –caballero– pero en 23 minutos de grabación mis ojos pudieron ver más muestras de fe que en cualquier otra ocasión. Esther es sólo una de ellas.

La fe descalza
Llegada la noche, previa papita rellena, alcancé a la congregación de fieles, fieles con “f” de fe, reunidos cerca de la Av. España, pasaje San Luis exactamente. Unas 2 mil personas. Sorprendido por la cantidad de personas, no por lo mucho, por el contrario, por lo poco. Recordaba cuando acompañaba a mi madre, ese mismo punto del recorrido, mucha más gente o en su defecto era pequeño –y flaquito– y todo veía grande.
La comparsa de negros esclavos, la misma que mencioné al inicio de mi relato, acompañaba la procesión. Su danza llena de fe, canción y tradición, puso a bailar a una niña alentada por su mamá; “así hijita para que Diosito te mire” y la niña obediente, danzaba.
Pasamos el edificio España o Servat, el Hign Da –chifa de rata– Janos y la gente sigue su recorrido de fe. Noto algunos ojos que me ven, y claro, no era una chica guapa ni mucho menos, tampoco es que le gustaba a la gente, eran las personas con las que hablé en la mañana, los jóvenes de la hermandad, el sacerdote que aparece en el video y un detalle, un niño, si el mismo del video que está comiendo su turrón, seguía en pie; un pequeño con una fe muy grande.
Una colchita rosada llama mi atención, una bebé era llevada por su padre en sus brazos, así como muchos casos, no tendría porque llamar mi atención, a no ser que éste vaya en short, polo manga cero y esté descalzo. Cuadra uno de Pizarro y veo este cuadro perfecto de fe, no me atreví a preguntarle porque hacia eso, su rostro tenía la respuesta correcta y perfecta, esa es fe, si que es fe.
Hubo dos personas más que alcancé a ver así, descalzas, y en particular una señora, anciana, 92 años, acompañada de sus dos hijas, hacía muestra de una fe madura. “Mi abuela fue de la hermandad” dice una de las hijas de la fiel anciana. Ella había sido consagrada cuando niña. De verdad me sorprendió ver a una mujer con esa edad, movida por una consagración, que quizá fue llena de fe, que la lleva a cumplir año a año el recorrido, siempre el último día de la procesión.
Son las 2 de la mañana del día 01 de noviembre, acaso de casualidad día de Todos los Santos, y con Alexis nos disponemos a irnos a nuestras casas. Yo, con una sensación saturada de fe –como dije entre el texto a mi forma– pensando en volver el próximo año a visitar nuevamente la fe de la gente, a encontrarme con Turrones Lisbeth, las comparsas de los Negros Esclavos, y mucha, mucha fe descalza.
Las gentes que hicieron su recorrido de fe, derrama sus lágrimas al ver la imagen de Cristo entrando al templo que lo albergará hasta el próximo octubre, lo despiden con aplausos, sonrisas, globos, muchos con fe, otros con su levadura ya hinchada, lista para empezar denuevo.
La fe; dicen que la fe mueve montañas –sinceramente, nunca escuché que se moviera alguna– pero si supe de montañas de experiencias y vidas que se movieron de un lado a otro e hicieron milagros en sus similares.
Conseguí chamba, postergaron el examen, llegue tarde y mi jefe no estaba… esa es la fe popular, el estar misio y encontrarte 5 “luquitas” esa es la fe de la gente de a pie, el salir a la calle misio y recibir esa bendición del cielo.
La imagen del Santo Moreno, como le llaman, se va a sus aposentos hasta el próximo año, donde quizá la gente, llena de fe, busque nuevamente de su recorrido, ir tras sus pasos de bendición, a resucitar sueños olvidados en los corazones de sus fieles dispuestos a recargar su fe.
(*) Super Intendencia Nacional de Administración Tributaria
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viernes, 24 de octubre de 2008

Jugando en el museo

Un rincón de nuestra señorial ciudad alberga una máquina del tiempo, ¿te sorprende? ¿Si?, ¿No?, fácilmente dirías que estoy loco o que alucino o peor aún, que me quedé traumado luego de escribir acerca de los autos a escala, pero no es así.
Ese rincón existe. Es un lugar lleno de niñez, llanto caprichoso y huele a recuerdos antiguos –Miguelito, “huele a recuerdos” –, quizá olvidados en algún espacio de nuestro cerebro.
El Museo del Juguete abrió sus puertas para mostrar el proceso evolutivo del mundo lúdico, o mejor dicho; en peruano, la historia de los juguetes o visto de otro ángulo, nos muestra el arte quizá mas antiguo: el arte de jugar.
“Este lugar de ensueño, ubicado en el segundo piso del Espacio Cultural Angelmira, tiene en su interior juguetes de todo el mundo y de todas las épocas, desde la prehispánica hasta la posguerra del siglo XX, testimonian el alma de los hombres que los crearon de adultos y que, alguna vez, imaginaron cuando niños”, nos dice el creador del video adjunto a este artículo, que por cierto hasta ahora no he podido saber quien es, por lo que pido las disculpas del caso –en realidad tengo que hacerlo, por los derechos reservados, pero bueno–
El Museo del Juguete es regentado y patrocinado por el afamado artísta plástico nacional Gerardo Chávez, quien tras restaurar por 4 largos años lo que era una casona vieja y sucia, así como las que defiende el I.N.C., logró levantar el mas llamativo de los museos en nuestra ciudad.
Al subir sus escaleras, con un poco de temor pues parecían apolilladas, logré llegar hasta la puerta de madera, adornada con una tela de blonda, parecida a la ventana del cuarto de una niña, una amable señora me recibió. Apolilladas dije?, claro, pero ahora entiendo, ese crujir de la madera empezó a llevarme a través del tiempo a mi niñez, recordaba el piso de madera regado con petróleo de la casa de mi abuela.
Con los sentidos pasmados y los ojos llenos de aventura, recorrí sus cuatro ambientes, en silencio, la alegría niña, me dejó sin voz. Una casa de muñecas, un caballito, una sala de costura, un triciclo de esos antiguos, carritos, aviones y demás accesorios que, acompañados de aquella imaginación que nos hacia hablar solitos, eran la combinación perfecta para aquellas tardes interminables de felicidad que pasábamos cuando éramos pequeños.
Es verdaderamente sorprendente encontrar los juguetes que nunca tuviste de niño, siendo un adulto, por ejemplo, quedé prendado de la colección de soldaditos de plomo, que no precisamente habían salido de un cuento, sino eran de verdad. Ordenaditos, como si fueran a la batalla por liberar nuestro sueños de niños. Ejemplares de las antiguas milicias inglesas, francesas y peruanas, con sus rifles, cañones y hasta un hospital de campaña de la época, con enfermera incluida.

Pero definitivamente el que se llevó el show fue el infaltable trencito, una réplica de exacta, a escala –sólo para recordar la palabra escala – funciona con un motor eléctrico que mueve todo, desde el vagón principal, la maquinaria de vapor, el molino de agua y de paso tus emociones.
Trato de dejar de emocionarme, pero es cierto, todos llevamos un niño dentro, ese niño que no se quedó olvidado llegados los 11 o 12 años, sino que está con nosotros, seas hombre o mujer.
Te invito a disfrutar de este espacio, visítalo, saldrás renovado, feliz, por experiencia lo digo, verás que mientras juegas a ser niño otra vez, la ropa te quedará grande, buscarás algún caramelo y te olvidarás que eres adulto.
Una vez mas, si deseas ver mas fotos del museo, visita:

miércoles, 22 de octubre de 2008

1:24 movilidad: a escala


Revisando la red, motivado por la curiosidad de ver esos pequeños carros que tanto llamaban mi atención, me encontré con una comunidad (de la cual hablaré en otra ocasión), considero la primera que agrupa a un tanto de aficionados a esta pasión, a este modo de vida, a una “pequeña” afición al automodelismo.
Luego de la visita que hiciera al museo del Juguete de nuestra ciudad, mi retina se vio realmente ocupada en la vitrina dedicada a los autos. Modelos antiguos que no llamaban mi atención ya hacia dos décadas.
No recuerdo exactamente en que momento me detuve fijamente frente a aquella vitrina, que guardaba versiones de automóviles de los años 50’s y 60’s –dijo Alex, mi amigo: “Gordo te has traumado con esos carros”– pero tuve una regresión ajena a mi, por primera vez sentí que habría la posibilidad de una vida anterior, y si la hay, quizá la tuve en esa época. Fue cuando me di cuenta que nació una afición en mí, el automodelismo.



¿una inversión? o ¿una diversión?
En setiembre de 2006, luego de terminar la tediosa universidad, como muchos sin nada más que hacer en ese tiempo, decidí gastar el dinero que no tenía. Una colección que publicitaba el diario El Comercio por la televisión, avivó mis deseos de coleccionar autos nuevos con modelos antiguos. Y así empezó.
Religiosamente todos los jueves de los meses de setiembre hasta diciembre de ese año, me esperaba con mi encarguito listo, la señora Bertha –porsiaca, vende sus diarios al costado del cuartel– muy amable ella, lista para llevarse los pocos soles que podía obtener. Eso no importaba, lo que si, es que, misio, sin ni un céntimo, pero feliz, volvía a casa con un modelo más de la colección.
Ahora los veo juntos, todos ellos “estacionados” dentro de una vitrina, quietos, esperando ser admirados, ¿buena inversión, no creen?, para divertir y entretener la retina de mis amigos.
Quizá la retina de alguno de ellos se quede fijamente mirando algún modelo y el círculo empiece de nuevo, un aficionado de estreno.

El mas querido
El más entrañable, el popular “bolocho” mi querido Escarabajo o comúnmente conocido Volkswagen, así como, los demás miembros de la familia, la estrella de los 70’s el Samba o Combi, y también, la nueva sangre, el New Beetle, versión moderna de Beetle, si, Beetle, nombre original del modelo escarabajo, acaso no lo sabían?
Así se abren paso modelos que a mitad del siglo 20 hicieran furor, el Jaguar, los famosos Meche, Porsche, las camionetas pick up, famosas por ser las todo terreno de la época, la Chevrolet y su competidora la Ford y demás modelos.
Una mística entrañable, muy extraña por cierto, rodea a estos pequeños de lujo.
Dejan una sensación de tranquilidad y paz que inquieta.
Ellos tienen secretos escondidos, tienen corazón, sienten, así como mi Volks Samba, que hoy me acompaña y fue motivo de inspiración de esta nota.

Más imágenes:


http://www.flickr.com/photos/-fre/sets/72157607295617634/

Si buscas, encuentras!!!