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lunes, 3 de noviembre de 2008

Es cuestión de fe

Según la Biblia (Heb. 11.11), la fe es; “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Según mi relación con la fe, mi creencia es esa, tengo fe.
Hace una semana, ya cuando tenía en mente hacer esta historia para mi juguete nuevo –el blog– tuve en mis recuerdos la visita que hice a la ciudad de Huamachuco. En la esquina de nuestra Basílica Menor, osea, la Catedral (si es que no lo sabían, acá en Trujillo tenemos una Basílica) el sonido de unas tarolas con un bombo, que sonaba a techno –los de mi generación saben de que les hablo– me hizo caminar con rapidez. La comparsa de los negritos esclavos y gitanos, devotos de la imagen de la Virgen de la Puerta encabezaban su procesión.
Si bien es cierto, mi relato no tiene nada que ver con gitanos, gitanas o esclavos –sean blancos o negros– llamó mucho mi atención una frase de la canción de estos, “…nuestra fe nos trae hasta acá”
Octubre, la fe de millones de peruanos y miles de trujillanos crece, con una levadura muy espiritual, su esperanza. La fe para muchos de éstos se torna color morado.
Mes morado, milagro de octubre –aunque un escritor dijo alguna vez que en octubre no habían milagros– turrón, hábitos, pies descalzos, plegarias, más turrón… en fin. Podría decir, entonces, que hay varios tipos de fe, tipos o acaso, manifestaciones de gente con fe.

Turrón con Fe
“Lisbeth” es la marca del producto que lleva una fiel vendedora de este postre con fe, el turrón. Homenaje comestible que estómagos hambrientos de fe consumen año a año. Ese podría ser un milagro de octubre, por ejemplo –ese es mi caso, para mí el turrón es un milagro que se come una vez al año– que espero con mucha fe.
La fe de Esther se resume en lo siguiente; vender los turrones que oferta a pesar de los municipales, que no la dejan trabajar. Ella aduce que las ventas estuvieron bajas este año por que, según ella “la fe de don alcalde no es tan fuerte” ¿extraño no? No es casualidad que los trabajadores de la municipalidad hayan ofrecido dos homenajes, en menos de tres cuadras, extraña forma de fe.
Dice ser de las primeras que ofrecen esta agradable mixtura de sabores –repito, agradables si son bien combinadas – desde la quincena de septiembre.
“Pruebe joven, está fresquito, sin compromiso” dice al acercarme, y era cierto, dulce y suaveciiiiito –como los turrones San José, recuerdas el comercial con Don Ramon? – Quien es Lisbeth seño, le pregunto, y así empieza su historia.
Hace 9 años que Esther vende turrón en la procesión de la imagen del Señor de los Milagros, es dueña de uno de los 6 triciclos que aquella mañana acompañaban la imagen en su último recorrido.
Su fe la llevo a consagrar a su hija recién nacida. Con un mes de vida, acompaño por primera vez el recorrido de fe, su primer contacto con la fe. Lisbeth, ahora con 8 años, dueña de su fe y de una marca, sabe que la fe de su mamá es más grande que cualquier “don alcalde” –y no hago referencia a su talla, por siaca– y sus “ordenanzas desordenadas”, ella sabe que, como todos los años, finalizando el 31 de octubre no habrá más turrón que vender.
No sé la historia de los 5 vendedores restantes, pero supongo que su fe también ha de actuar de manera similar. De algo si estoy seguro, que todos están a la espera de llevarse la fe monetaria de los feligreses, creyentes, y no tan creyentes, hambrientos y cansados de la caminata, aunque con fe, también cansa.

Bodegas, restaurantes, ambulantes con Fe
En lo que voy de recorrido, tres cuadras, desde los Bomberos hasta la primera cuadra de la Av. Mansiche, un detalle salta a la vista, las tiendas, bodeguitas, restaurantes y ambulantes –creo que son mercantilistas en su naturaleza o ¿me equivoco?– visten algún motivo que identifique su fe, la tan mencionada fe en esta nota, quizá para reconfortar su alma amenazada por una SUNAT(*) sin fe.
Los dueños de varios de estos establecimientos tras rendir homenaje a la imagen muestran satisfacción “ahora nos irá mejor” comenta alegre la dueña de una tiendita. ¿Contenta señora?, le pregunto, sonriente me responde que si. Era la primera vez que su joven tiendita era protagonista de tal acontecimiento. “Tengo fe en que ahora mis ventas irán mejor” el Señor me ha visitado dice. De verdad nunca vi un rostro tan lleno de emoción.
En plena Av. Mansiche, un restaurant –cheery gratis, El Sombrero– también se apuntaba a los homenajes. Hay que cargar las baterías con fe, le digo a uno de sus trabajadores, de hecho, me responde, para que nos vaya mejor.

Hasta la noche
1.10 de la tarde, la batería de mi cámara me pasa una mala jugada, se terminó, se acabó –caballero– pero en 23 minutos de grabación mis ojos pudieron ver más muestras de fe que en cualquier otra ocasión. Esther es sólo una de ellas.

La fe descalza
Llegada la noche, previa papita rellena, alcancé a la congregación de fieles, fieles con “f” de fe, reunidos cerca de la Av. España, pasaje San Luis exactamente. Unas 2 mil personas. Sorprendido por la cantidad de personas, no por lo mucho, por el contrario, por lo poco. Recordaba cuando acompañaba a mi madre, ese mismo punto del recorrido, mucha más gente o en su defecto era pequeño –y flaquito– y todo veía grande.
La comparsa de negros esclavos, la misma que mencioné al inicio de mi relato, acompañaba la procesión. Su danza llena de fe, canción y tradición, puso a bailar a una niña alentada por su mamá; “así hijita para que Diosito te mire” y la niña obediente, danzaba.
Pasamos el edificio España o Servat, el Hign Da –chifa de rata– Janos y la gente sigue su recorrido de fe. Noto algunos ojos que me ven, y claro, no era una chica guapa ni mucho menos, tampoco es que le gustaba a la gente, eran las personas con las que hablé en la mañana, los jóvenes de la hermandad, el sacerdote que aparece en el video y un detalle, un niño, si el mismo del video que está comiendo su turrón, seguía en pie; un pequeño con una fe muy grande.
Una colchita rosada llama mi atención, una bebé era llevada por su padre en sus brazos, así como muchos casos, no tendría porque llamar mi atención, a no ser que éste vaya en short, polo manga cero y esté descalzo. Cuadra uno de Pizarro y veo este cuadro perfecto de fe, no me atreví a preguntarle porque hacia eso, su rostro tenía la respuesta correcta y perfecta, esa es fe, si que es fe.
Hubo dos personas más que alcancé a ver así, descalzas, y en particular una señora, anciana, 92 años, acompañada de sus dos hijas, hacía muestra de una fe madura. “Mi abuela fue de la hermandad” dice una de las hijas de la fiel anciana. Ella había sido consagrada cuando niña. De verdad me sorprendió ver a una mujer con esa edad, movida por una consagración, que quizá fue llena de fe, que la lleva a cumplir año a año el recorrido, siempre el último día de la procesión.
Son las 2 de la mañana del día 01 de noviembre, acaso de casualidad día de Todos los Santos, y con Alexis nos disponemos a irnos a nuestras casas. Yo, con una sensación saturada de fe –como dije entre el texto a mi forma– pensando en volver el próximo año a visitar nuevamente la fe de la gente, a encontrarme con Turrones Lisbeth, las comparsas de los Negros Esclavos, y mucha, mucha fe descalza.
Las gentes que hicieron su recorrido de fe, derrama sus lágrimas al ver la imagen de Cristo entrando al templo que lo albergará hasta el próximo octubre, lo despiden con aplausos, sonrisas, globos, muchos con fe, otros con su levadura ya hinchada, lista para empezar denuevo.
La fe; dicen que la fe mueve montañas –sinceramente, nunca escuché que se moviera alguna– pero si supe de montañas de experiencias y vidas que se movieron de un lado a otro e hicieron milagros en sus similares.
Conseguí chamba, postergaron el examen, llegue tarde y mi jefe no estaba… esa es la fe popular, el estar misio y encontrarte 5 “luquitas” esa es la fe de la gente de a pie, el salir a la calle misio y recibir esa bendición del cielo.
La imagen del Santo Moreno, como le llaman, se va a sus aposentos hasta el próximo año, donde quizá la gente, llena de fe, busque nuevamente de su recorrido, ir tras sus pasos de bendición, a resucitar sueños olvidados en los corazones de sus fieles dispuestos a recargar su fe.
(*) Super Intendencia Nacional de Administración Tributaria
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1 comentario:

Administrador dijo...

Bien Edwin con tu tema, y tu tambien eres un fiel devoto de tu estilo, rajón con las cosas que te decepcionan. jajajaja.
Experiencias como esta, donde se manifiesta la fe de la gente hay muchas, como muestra tenemos los miles de peregrinos que llegan caminando cada 13 de diciembre hasta el altar de la Virgen de la Puerta de Otuzco.
Como tu artículo dice cuestión de, la fe de la gente se maniesta de diferentes formas, porque uno tambien tiene que tener fe en uno mismo y en las cosas que quiere alcanzar y es esa fe la que nos permite alcanzar objetivos...
Felictaciones por iniciar a demostrar tu pluma, que lo tenías reprimida y oxidandose.
jajajajaja

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